La entrevista pertenece a la revista Diario Sanitario de Albacete.
El enfermero que escribía haikus
“Tras la tormenta/ qué difícil no pisar/ hojas de ginkgo”. Estos tres sencillos versos cambiaron la vida del enfermero Alberto Yagüe. Y es que con ellos conoció los haikus y se involucró en la Asociación de la Gente del Haiku en Albacete (AGHA). Estas breves composiciones japonesas, parecidas a la poesía, le enseñaron a vivir empapándose de lo cotidiano. Hace cinco años que Yagüe es un haijin, un escritor de haikus, y ya atesora tres premios.
La historia de Alberto Yagüe no llama la atención si se tiene en cuenta que Albacete es el primer referente nacional del haiku en España. Empezó interesándose por la meditación Zen. Pertenece a un grupo que publicaba un boletín sobre este mundo de reflexión. Cada vez que le llegaba la publicación, se iba a la contraportada porque le llamaba la atención la fuerza de unas frases.
Con el tiempo, este enfermero albaceteño aprendió que aquellas frases eran haikus, una breve composición, parecida a la poesía, que refleja la sorpresa que experimenta quien escribe -haijin- al observar un momento de la naturaleza.
La clave estuvo en el encuentro fortuito con el profesor de la Facultad de Enfermería Elías Rovira. Yagüe lo vio en la universidad y, por causalidad, Rovira le contó que estaba liadísimo con la publicación de un libro de haikus. Así entró en contacto con AGHA, fue a un seminario de haikus y terminó, como él mismo confiesa, por engancharse.
Yagüe considera que el haiku es una afición, pero también el reflejo de una actitud. El que escribe no es un poeta, es un haijin, una persona que vive la vida de forma positiva, consciente, con sencillez, dejándose empapar de todo aquello que pasa desapercibido en lo cotidiano. Este enfermero ha encontrado la grandeza que hay en lo pequeño, en la rutina cotidiana."El haiku me ayuda a reparar en los pequeños detalles, a escuchar y observar mejor al enfermo"
Pero ¿qué aplicación tiene el haiku en la Enfermería? Para Yagüe, la Enfermería es la disciplina sanitaria que valora las necesidades alteradas en salud y diagnostica y planifica los cuidados para ayudar al paciente en su proceso. “El haiku me ayuda a tener esa actitud, tan necesaria en mi profesión, para tener una visión más holística pero reparando en los pequeños detalles, de observación, de escucha, de entrega, de rigor técnico… Es una sensibilidad y una actitud que luego intento volcar en mi trabajo asistencial diario con mis pacientes”.
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