Una cama de enfermo de seis pies de largo #LEYENDOELDIARIODESHIKI en el Facebook de Elías Rovira

Durante todo el verano hemos estado siguiendo la lectura del diario de Shiki Una cama de enfermo de seis pies de largo desde el Facebook de Elías Rovira. Ayer tuvimos la última entrega de Shiki, que compartimos con agradecimiento a Elías por traducir el libro y por desgranarnos poco a poco sus contenidos. Y por supuesto, al gran Maestro Shiki Masaoka, que tanto hizo por el haiku en su corta vida. 

Para seguir el diario podéis pinchar en este enlace a la página de Elías Rovira o seguir #LEYENDOELDIARIODESHIKI en Facebook.

 #LEYENDOELDIARIODESHIKI Entrega 127 de 17 de septiembre

Si ayer podíamos leer Mañana del 14 de septiembre, documento inédito en español que fue el último trabajo de Shiki en prosa, hoy tenemos LA ÚLTIMA ENTREGA de Shiki para cerrar su diario Una cama de enfermo de seis pies de largo. Continuaremos con los comentarios ininterrumpidos que empezaron el 5 de mayo unos cuatro días más, contando los acontecimientos que se produjeron.

En su última entrega, Shiki, como casi todos los grandes genios despliega humildad y humor, riéndose nuevamente de sí mismo al tiempo que se lamenta por su dolor. Se presenta como el “El ermitaño de las fragancias, alias el que se tira pedos” y habla en tercera persona. Dado que es una despedida, la plasmo aquí entera (entre corchetes, texto con doble sentido en el poema):

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“Carta de <<El ermitaño de las fragancias, alias el que se tira pedos>>.

Os presento mis saludos. Últimamente, las entregas de una cama de enfermo de seis pies de largo son apenas fragmentos muy breves. Cuando siento el dolor, pregunto acerca de su salud.

Y Bodhidharma también lo hace. Desde el Día de los Muertos, se retiró a su cueva y, con una cinta anudada en la cabeza, emprendió la ascesis bajo la cascada y ya no hubo más noticias de él.

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¿Podría ser el sueño

de un tuberculoso? [De un haijin enfermo?]

El Cuco

a la tortura,

¿Quién lo ha sometido? [Cucú, cucú]”

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Imagen: Rincón de Shiki, en su casa.

Texto de Elías Rovira