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lunes, 24 de agosto de 2020

"Me llamo Yama, soy haijin y llevo tres días sin escribir un haiku".

 

 

"Me llamo Yama, soy haijin 

y llevo tres días sin escribir un haiku".
 
 
Estas fueron las palabras con las que Yama se presentó en el Primer Encuentro de Haiku celebrado en Albacete en el año 2009.  

Para todos los que conocíamos a Yama estas palabras significan mucho; su intención, su enjundia y el reflejo de su carácter y su genialidad.
 
Acabamos de recibir la triste noticia de su muerte. Una gran pérdida que lloramos en Albacete recordando a la gran persona y haijín, genio y figura, que ha sido nuestro querido Yama. Inolvidable y eterno, como la montaña que simboliza el haigo que escogió y con el que siempre le recordaremos.
 
Desde AGHA, un fuerte abrazo a los compañeros de Haikunversaciones, a su hijo Diego y a toda la gente que compartió con él haiku, camino y vida.
 
D.E.P., querido compañero. 


Yama visitó Albacete en varias ocasiones; recordamos muy especialmente su ponencia sobre el Jisei, realizada en el 4º Encuentro de Haiku, celebrado en El Salobre en el año 2015, cuyo resumen se publicó en la gaceta HOJAS EN LA ACERA especial LUZ EN EL HAIKU.

 


辞世の句   jisei no ku

 

“Hoy es el último día

en que  veré a los patos reales

graznar sobre el lago Iware.

Después desapareceré

entre las nubes”.

 

Escrito por el príncipe Otsu (663-686), condenado a muerte por traicionar a su padre. Paradójicamente, Otsu pasó a la inmortalidad gracias a este poema, que destila una actitud etérea y contemplativa y una belleza tan fría como poética.

 

En el fondo, para el japonés morir es liberarse de la pesada carga del cuerpo terrenal y de los lastres del ego; una iluminación en toda regla: no en vano, al muerto se le suele llamar Buda.

Esta forma de ver el mundo de la elite espiritual nipona se ha extendido, de alguna manera y en mayor o menor medida, a toda la población.

 

Los japoneses se preparan para morir con resignación, con desapego e incluso con cierta alegría.

Escribir poemas en el umbral de la muerte es una costumbre tradicional japonesa bastante habitual, aún en nuestros días. El jisei no tienen nada que ver con los testamentos ni con las “cartas de adiós” a los familiares ni con las declaraciones firmadas a los jueces que dejan los suicidas. Más bien, todo lo contrario: lejos de estar dedicados a otros seres vivos, los jiseis suelen reflejar sentimientos viscerales dotados de una profunda espiritualidad, tratando de condensar en pocas palabras la actitud interior del autor cuando se halla casi con un pie en el otro mundo.

Pese a su serena actitud ante el acecho de la guadaña, la cortesía del japonés le impide abusar de la palabra “muerte” (“shi”), que es considerada demasiado severa para calificar el fallecimiento de una persona. Por eso, como nos recuerda el profesor de budismo y filosofía comparada Yoel Hoffmann en su introducción a la antología “Poemas japoneses a la muerte”,

“los japoneses prefieren aludir a la forma particular de morir de cada persona:

“shinju” es el suicidio del amante,

“junshi”, el martirio de un guerrero por su señor;

“senshi”, la muerte en la guerra;

“roshi”, la muerte a causa de la edad; etc.

Estas expresiones relacionan la muerte con el tipo de vida que ha llevado la persona fallecida y con las circunstancias de su defunción”.

Son palabras intraducibles que se repiten de forma constante en los poemas ante la muerte.

 

Un poema de despedida es un poema escrito poco antes de la muerte de su autor. Todos tienen su poema de despedida que a veces componen poco antes de morir o mucho antes de que llegue el momento, con la conciencia de que ese es su jisei. También puede ser un poema ante la muerte de otro.

 

Escribid vuestro jisei dejad propuestas de sensaciones - instantes cotidianos - momentos -  contemplación - meditación - muchas cosas - Todo en uno, uno en todo.



1 comentario:

  1. Triste noticia, sin duda alguna. Que tu "llama" siga presente en quienes tuvimos el placer de conocerte. Descansa en paz, Yama.

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