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jueves, 25 de abril de 2019

Acta del XIII Concurso de Haiku de la Biblioteca General del Campus de Albacete


Acta del XIII Concurso de Haiku de la Biblioteca General del Campus de Albacete


A las 19 h. del miércoles, 24 de abril de 2019, el jurado del XIII Concurso de Haiku de la Biblioteca General del Campus de Albacete, compuesto por Toñi Sánchez, Elías Rovira y Frutos Soriano, emite el siguiente fallo:

Primer premio: Ana María López Navajas, por su haiku

Amarillea una bolsa
entre hojas verdes.
Árbol del amor.



Un haiku que nos provoca una emoción que en Japón se denomina wabi-sabi: la belleza de lo imperfecto, lo roto, lo que comúnmente nos pasa inadvertido. En este caso una bolsa amarilla (o amarillenta) que destaca entre las hojas verdes del árbol del amor o árbol de Judas. Haiku muy difícil de captar, lo cual nos habla de una autora ya madura para sentir el haiku y compartirlo.

Segundo premio: Alberto Yagüe, por su haiku

puesta de sol-
en la nube de mosquitos
la libélula

Haiku que apela al sentido de la vista y del tacto: los colores del crepúsculo, la mirada atenta para ver la libélula entre la nube de mosquitos, el calor o la humedad -o ambas cosas- que ocasionan que esa nube zumbe y revolotee sin cesar. Un haiku elegante y sobrio. No sobra ni falta nada en él.

Tercer premio: José Eugenio Mañas, por su haiku

Día de Feria.
El olor de mi madre
entre la gente.

Haiku de sabor humano, cercano al senryū. Se aleja de este porque no adopta un tono humorístico, sino amoroso, atávico, místico.

Se han decidido conceder accésit al haiku:

Cae la nieve
sobre el tejado viejo.
Patio sin plantas.

Su autora, Antonia Martínez, ha experimentado un asombro difícil de captar, a no ser que ya lleves tiempo ahondando en el haiku y transitando su camino. Un tejado viejo y un patio sin plantas no son algo bello de por sí, pero en este haiku nos emocionan, quizá porque la nieve cae sobre ellos sin hacer distinciones, al igual que cae sobre la montaña o sobre un rosal.

Dada la cantidad de senryûs de calidad presentados, se ha decidido conceder dos accésit de senryū:

La niña tranquila.
La gaviota se lleva
su bocadillo.

Un senryū de Nacho Andreu Alfaro, del Instituto de Enseñanza Secundaria Andrés de Vandelvira, que cumple con lo que hemos de pedirle a un buen senryū: temática humana y humor. Expresión muy conseguida. Podría incluso mejorar si se suprimiese el primer artículo.

La pelusilla
se metió entre los muebles.
Es primavera.

Otro senryū que nos suscita una sonrisa nada más leerlo. Marina Moreno Abiétar, del IES Andrés de Vandelvira, ha sabido dar en la diana. Todo merece formar parte de un haiku y un senryū. También esta pelusilla con la que juega la brisa de primavera.

No podíamos dejar pasar, entre tantos buenos haikus de autores jóvenes enviados, el siguiente haiku, al cual se decide igualmente otorgar un accésit:

Es muy tranquila
la voz de la abuela
al despertarme

escrito por dos autoras: Lucía Fernández Barnés y María Fernández Martínez, del IES Andrés de Vandelvira. Aunque el haiku es un género más hecho para las emociones que para los sentimientos, este haiku es una hermosa excepción a la regla. Quizá por la sencillez extrema con que expresa estos sentimientos, sencillez formal que nos sobrecoge, nos toca el corazón.

Y finalmente nos alegra premiar a alguien todavía más joven. El accésit al mejor haiku infantil es para :

La mariquita
¡se ha comido los pétalos
de aquella rosa!

de Irene Pedreño Ortiz -diez años- que nos manda este haiku desde el Colegio Público Doctor Fleming. Un haiku que rebosa autenticidad. No hay en él más que verdad, la verdad milagrosa y tan natural de la infancia. Felicidades, Irene.

Gracias, un año más, a la Librería Popular, por su patrocinio, al jurado y a la vicerrectora Ángela González por su apoyo.

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