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sábado, 28 de abril de 2018

Notas sobre los haikus premiados en el XII Concurso de haikus de la Biblioteca UCLM

Fallado el XII Concurso de haikus de la Biblioteca General del Campus de Albacete

Ya son doce las ediciones celebradas de este certamen de poesía de origen japonés. Desde hace un tiempo a esta parte el haiku ha ido ganando espacio en el mundo literario, sin que en muchos casos se haya dado el paso de profundizar en su esencia. En realidad hay una controversia sobre si es o no poesía. Desde luego no es poesía al modo occidental, no admite metáforas, ni pensamientos, ni el asomo del yo. El haiku es la constatación sensorial del aquí y el ahora.



“En mi manga/ limpio la pelusa/ del melocotón”

En el haiku ganador de este año reconocemos un gesto que hemos hecho todos aquellos que hemos tenido el privilegio de vivir cerca del campo, de un huerto con frutales. Aunque no cumple el canon silábico: 5-7-5, sus pocas palabras nos trasladan a un gesto infantil, inocente, que implica varios sentidos: la vista, el tacto de la fruta, su olor y hasta su sabor. Tiene “kigo”, esa palabra tan importante en el haiku original, que denomina el momento en que se desarrolla lo escrito: aquí el melocotón nos señala el verano.

Apreciamos también una sutil referencia a la poesía clásica japonesa del Periodo Heian en el que el tema de las mangas tiene un especial simbolismo.



“Apuré el café/ y aún emana el vaho/ de la tacita”

Esto es haiku: esa sensación de ver el pequeño milagro en lo que tenemos delante. Aquí no hay kigo, ni más naturaleza que un café ya degustado. Pero queda su olor, y esa nubecilla que nos sorprende una vez que el líquido ha desaparecido.

“Jazmín en flor/Justo hoy no aparece/el saltamontes”

Un haiku de lo que no está, pero estuvo, de lo que hemos visto y echamos de menos. ¿Dónde se ha metido ese saltamontes ahora que por fin ha florecido el jazmín? Qué amor por lo pequeño, por el bicho que asoma entre los brotes del jazminero.

“Viento en las ramas -/caminar de espaldas/ al atardecer”

No hace falta contemplar el atardecer (otro haiku de lo que no se ve) para disfrutar de su presencia, a nuestras espaldas, en esas ramas mecidas por el aire. Casi podemos ver el sendero, sentir el sol yéndose mientras buscamos el pueblo donde acabará nuestro paseo.

“en el camino/ la sombra de las moreras/ en movimiento”

Otro haiku de contemplación del “otro lado”. No miramos el cielo ni el horizonte, sino el suelo. Y ahí la sombra, lo más leve, haciéndose eco de la brisa. ¿Es también un atardecer? Todo es evocación.

“Puesta de sol. / Aún injerta el anciano/ la última cepa”

Qué reiteración en el final. La puesta de sol, el anciano y la última cepa. Y sin embargo ahí está el injerto, la continuidad buscada. Este haiku es toda una historia, solo a través del sentido de la vista.



En la imagen, el jurado, la Vicerrectora Ángela González, y los ganadores


Cada año, tras los doce de este premio, disfrutamos de más calidad y cantidad en los haikus presentados. Cada vez más el “haijin” sabe que este pequeño poema es algo más que tres versos, que es liviano, sensorial, pero va de afuera adentro.

Gracias una vez más a la Librería Popular por su ininterrumpido patrocinio y al jurado de la AGHA (Asociación de la Gente del Haiku de Albacete), por su entusiasta colaboración y empeño en la propagación del haiku.

Ángel Aguilar Bañón, Fructuoso Soriano Fernández y Toñi Sánchez Verdejo


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